Ayer, OpenAI reveló un estudio que dibujó el mapa de una nueva realidad: mientras más de un tercio de los estudiantes universitarios en California y Nueva York abrazan ChatGPT como su compañero de estudios favorito, sus pares en Wyoming y Montana apenas lo conocen.
No es solo una diferencia en preferencias tecnológicas. Es el nacimiento de una nueva división, tan sutil como significativa, especialmente cuando los líderes empresariales prefieren candidatos con habilidades en IA sobre aquellos más experimentados que carecen de ellas.
Imagina dos estudiantes graduándose el mismo día, con el mismo título. Uno ha pasado los últimos años aprendiendo a bailar con la IA, a hacerle las preguntas correctas, a pulir sus respuestas. El otro apenas sabe que existe.
Cuando ambos lleguen a sus primeros trabajos, no estarán compitiendo en igualdad de condiciones. No es diferente a cuando algunas escuelas tenían computadoras y otras no. Excepto que esta vez, la brecha se está creando estado por estado, universidad por universidad.
Lo absurdo es que las herramientas de IA son casi todas gratuitas. La verdadera barrera no es el costo, sino la cultura. Las instituciones que ven la IA como una amenaza están, sin querer, creando la próxima generación de profesionales en desventaja. Y eso que los estudiantes están resolviendo por su cuenta, aprendiendo a usar la IA sin esperar el apoyo institucional formal.
Y si esto ocurre en Estados Unidos, ¿qué está pasando en Latinoamérica? Aunque no tengamos los datos precisos, es fácil imaginar que esta brecha se amplifica en nuestras universidades. Mientras algunas instituciones abrazan el cambio, otras mantienen distancia, expandiendo silenciosamente la desigualdad que tanto nos cuesta cerrar.
¿Qué pasaría si, en lugar de preocuparnos por quién está usando ChatGPT para hacer trampa, nos preocupáramos por quién no está aprendiendo a usarlo en absoluto?
Hay quienes ya están construyendo puentes hacia ese futuro. Este sábado, en Nodo de la Universidad EAFIT, junto con Manos Visibles, comenzamos a tejer un futuro diferente: niñas de 10 a 17 años aprenderán durante 16 semanas no solo a crear con IA, sino a pensar de forma crítica, a construir hábitos poderosos, a emprender. No es un curso de tecnología - es un camino para entender cómo la IA amplifica el potencial humano.
La pregunta no es si deberíamos permitir la IA en la educación. La pregunta es: ¿podemos permitirnos no hacerlo?
Estudio de OpenAI: College students and ChatGPT adoption in the US
Esto me dejó muy pensativo. Tenemos que hacer algo para que sea brecha no sea muy amplia en Colombia!