El archipiélago digital
Cuando las islas de innovación necesitan puentes, no barcos más grandes
Cada mañana, en algún lugar, una empresa está activando nuevas herramientas de IA en sus sistemas. CRMs que ahora "potencian la prospección con IA". ERPs que "optimizan inventarios automáticamente con algoritmos avanzados". Se invierten millones en productividad futura.
Luego miras cómo se usan realmente. Ah, esa es otra historia.
El patrón es predecible: un puñado de usuarios avanzados exprimen cada gota de valor, mientras la mayoría apenas rasca la superficie. La tecnología brillante se convierte en un museo digital que pocos visitan.
Hernán planteó esta cuestión en nuestra última Tertul(IA), ese espacio abierto que se da quincenalmente los martes a las 6pm en el Laboratorio de Futuros de la Universidad EAFIT (Bloque 18, piso 2), y sigue resonando conmigo: ¿cómo transformamos el conocimiento de IA de islas individuales a un continente compartido?
No es un problema de herramientas. Es un desafío de conexiones humanas.
Las herramientas son objetos. La cultura es una conversación continua.
El verdadero reto no es dar acceso a la IA generativa a todos en la organización. Es crear espacios donde el conocimiento fluya naturalmente, donde compartir descubrimientos sea tan valioso como hacer el trabajo.
La magia ocurre cuando la experimentación individual se convierte en sabiduría colectiva.
¿Cómo se ve esto en la práctica? Simple:
→ Crea rituales, no programas. Un "viernes de prompts" hace más que un extenso manual de mejores prácticas. En Nodo, creamos un espacio de 30 minutos semanales para compartir experiencias, y hasta los más expertos se han llevado nuevas ideas.
→ Celebra el proceso, no solo los resultados. Quien comparte un fracaso interesante contribuye tanto como quien muestra un éxito impresionante.
→ Reconoce públicamente a los constructores de puentes. La visibilidad de quienes conectan islas incentiva a otros a navegar nuevas rutas.
Estas ideas probablemente no resuelven el desafío por completo. Son apenas semillas para cultivar lo colectivo en terrenos individuales.
Las herramientas brillantes no necesitan usuarios brillantes. Necesitan comunidades que conviertan el brillo individual en luz colectiva.
El conocimiento que guardamos muere con nosotros. El conocimiento que compartimos crea futuros que nunca veremos.
¿Has logrado construir estos puentes en tu organización? Si has encontrado maneras efectivas de transformar islas de conocimiento en continentes de colaboración, comparte tu experiencia en los comentarios. Quizás tu solución sea justo el mapa que muchos estamos buscando.