Cada vez que llega un nuevo modelo de IA, hacemos exactamente lo mismo.
Lo tratamos como si fuera el anterior, pero mejor. Le hacemos las mismas preguntas. Esperamos las mismas respuestas. Y cuando no funciona como esperábamos, declaramos que está roto.
Pero no está roto. Es diferente.
Y nosotros hemos olvidado cómo aprender.
GPT-5 no es GPT-4 con esteroides. Es una conversación completamente nueva. Requiere una forma diferente de preguntar, de pensar, de interactuar. Pero estamos tan cómodos con nuestros patrones establecidos que preferimos quejarnos antes que adaptarnos.
Algunos ven una estrategia brillante de lanzamiento agresivo. Otros ven problemas técnicos solucionables. Ambos tienen razón, pero se están perdiendo algo más fundamental.
Lo que realmente está pasando es que cada salto tecnológico nos convierte temporalmente en principiantes otra vez.
Y odiamos ser principiantes.
Preferimos la familiaridad de lo que ya sabemos manejar que la incomodidad de descubrir qué es posible ahora. Es más fácil decir "el sistema está mal" que admitir "no sé cómo hablar con esta cosa todavía".
Pero aquí está lo interesante: los que abrazan esa incomodidad, los que empiezan desde cero con curiosidad en lugar de expectativas, son los que descubren las capacidades reales.
Los demás siguen esperando que la nueva herramienta se comporte como la anterior.
La ventaja siempre será para quien esté dispuesto a ser principiante una vez más.