En TikTok se ha vuelto viral un video donde un novio revisa, no los chats de su pareja, sino su calculadora. La evidencia comprometedora: había sumado 10+3. No porque no pudiera hacerlo mentalmente, sino porque ya no sentía la necesidad.
Algo similar está ocurriendo con nuestras mentes cuando delegamos nuestra introspección a la IA. La herramienta que debería ser un andamio temporal se convierte en el edificio mismo.
La diferencia entre un bastón y una muleta no está en el objeto, sino en cómo lo usamos. El bastón amplifica tu movimiento natural. La muleta lo reemplaza.
Mira LinkedIn estos días. Posts y reflexiones generadas por IA, técnicamente perfectas pero extrañamente distantes. "Cursor + Anthropic's MCP acaban de cambiar las reglas del juego", proclaman, seguido de flechas, emojis y promesas de revoluciones tecnológicas. El mismo autor días atrás compartía su método: la IA investiga, encuentra información y redacta el contenido. No es pensamiento propio, es outsourcing mental.
En nuestra cultura de validación instantánea, el pensamiento introspectivo ha sido reemplazado por contenido pre-fabricado. Olvidamos que la incomodidad mental no es el enemigo. Es el entrenador. Nuestra capacidad de reflexión —como cualquier músculo— solo crece cuando enfrenta resistencia.
Y aquí está la trampa escondida: la elocuencia de la respuesta aumenta el riesgo. Confundimos las palabras bien ordenadas con el insight genuino. La coherencia narrativa con la verdad personal.
No se trata de rechazar estas herramientas, sino de usarlas con intención. ¿Estás usando la IA para amplificar tu voz interior o para silenciarla? ¿Para expandir tu comprensión o para evitar el trabajo duro de pensar por ti mismo?
El verdadero crecimiento nunca ha venido de respuestas inmediatas, sino de habitar preguntas incómodas el tiempo suficiente.
Quizás el problema no es la herramienta, sino que hemos olvidado qué significa realmente caminar por nosotros mismos.
PD: Sí, usé IA (Claude) para escribir esto—como compañero que cuestiona mis ideas, refuta argumentos y ajusta tonos. Como digo a mis estudiantes: este diálogo digital me hace más lento para publicar, pero el resultado es más rico que mis pensamientos iniciales. El valor está en la conversación, no en la delegación.