El giro a la izquierda
Cuando lo imposible se vuelve rutina
Estábamos en Phoenix, dentro de un Waymo, cuando llegó el momento.
Semáforo en verde. Tráfico cruzado. El auto esperó. Midió. Y giró a la izquierda con la precisión de alguien que ha hecho esto mil veces.
Mis compañeros, viajando por primera vez en un vehículo autónomo, se miraron. Uno dijo: “Eso es lo más difícil de conducir en Estados Unidos.”
Tiene razón.
Girar a la izquierda con luz verde en Estados Unidos no es seguir una regla. Es hacer un juicio. Calcular velocidades. Anticipar intenciones. Decidir cuándo es seguro cruzar mientras el tráfico viene de frente.
No es un algoritmo simple. Es contexto, criterio, timing.
Y el Waymo lo hizo como si nada.
Lo interesante no es que un auto pueda girar solo. Lo interesante es que nos obliga a reimaginar qué significa conducir con seguridad.
Porque durante décadas, hemos diseñado calles, semáforos y reglas asumiendo que humanos imperfectos están al volante. Que se distraen. Que calculan mal. Que toman riesgos innecesarios.
Diseñamos para el error humano porque el error humano era inevitable. Pero ¿qué pasa cuando deja de serlo?
No se trata de reemplazar conductores. Se trata de rediseñar el transporte desde cero. De preguntarnos: si pudiéramos empezar de nuevo, ¿cómo diseñaríamos las ciudades, las calles, la movilidad?
Waymo acaba de anunciar cinco ciudades más: Miami, Dallas, Houston, San Antonio, Orlando. No porque la tecnología sea nueva. Porque ahora tienen un manual de implementación que funciona.
El giro a la izquierda dejó de ser un desafío técnico. Se volvió rutina.
Y cuando algo que parecía imposible se vuelve rutina, todo lo demás cambia.
Esto no llegará pronto a nuestras ciudades. Tal vez tarde años. Tal vez décadas.
Pero esa no es razón para ignorarlo.
Porque lo que está pasando no es solo sobre tecnología. Es sobre cómo pensamos el transporte, la seguridad, el diseño urbano.
Y esas preguntas nos pertenecen ahora.
No necesitamos esperar la tecnología para imaginar cómo queremos vivir.
Tal vez el futuro del transporte no sea sobre carros sin conductor.
Tal vez sea sobre ciudades donde nadie tenga que morir en un accidente prevenible.
Y eso vale la pena imaginarlo desde aquí, desde ahora.


