Jason Fried construyó 37signals, una empresa de software valuada en cientos de millones, sin reuniones interminables, sin semanas de 80 horas, y sin la obsesión por el "hustle" perpetuo. Es el tipo de historia que Silicon Valley prefiere no contar.
La cultura del "hustle" se ha convertido en nuestra nueva religión. Una donde los fieles se flagelan con más horas, más proyectos y menos vida. Como si el valor de una startup pudiera medirse en fundadores exhaustos y equipos quemados.
Pero aquí está la parte interesante: mientras las startups compiten por quien puede dormir menos y trabajar más, 37signals construye productos usados por millones trabajando semanas de 32 horas. Mientras otros celebran sus "noches de pizza y código", ellos celebran sus tardes libres y fines de semana desconectados.
Piensa en un restaurante gourmet. Los mejores chefs no presumen de cocinar más platos que nadie, sino de crear experiencias memorables con cada plato. La excelencia no requiere agotamiento.
La verdadera productividad no se trata de cantidad de horas, sino de la calidad de nuestra presencia. No es cuánto código escribimos, sino cuánto pensamiento claro ponemos en cada línea.
Quizás la verdadera disrupción hoy no es trabajar más que nadie, sino atreverse a trabajar menos y mejor. Tener el coraje de decir "suficiente" cuando todos gritan "más".
¿Y si el próximo unicornio no naciera de una cultura de agotamiento, sino de una que entiende que el mejor trabajo surge de mentes descansadas y vidas equilibradas?