Esa cicatriz en tu rodilla cuenta una mejor historia que cualquier foto perfectamente editada en Instagram. ¿Alguna vez has notado cómo los momentos más memorables de tu vida probablemente incluyen algún error o imperfección?
Ayer vi a un presentador tropezar en medio de su charla TED. Se le cayó el clicker, se rió nerviosamente y admitió: "Vaya, esto no estaba en el guión". La sala entera sonrió con él. De repente, no era un orador más en un escenario, era uno de nosotros.
Es curioso cómo funcionamos. Podemos ver cien presentaciones perfectamente ejecutadas y olvidarlas todas, pero recordaremos para siempre ese momento de vulnerabilidad genuina.
El barista que admite que está aprendiendo. El email que comienza con una disculpa sincera. El podcast donde el entrevistador confiesa no saber la respuesta. Estos momentos de verdad crean conexiones que ningún guión pulido puede igualar.
¿Qué pasaría si dejaras de perseguir la perfección y te atrevieras a ser real? Porque al final, lo que la gente busca no es tu perfección - buscan ver en ti el reflejo de su propia humanidad.
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