Ayer vi a alguien presumir que había creado 50 artículos con IA en una tarde. "¿Pero alguien los leyó?", pregunté. Silencio incómodo.
La IA generativa nos ha dado superpoderes. Podemos producir contenido a una escala que antes requería equipos enteros. Podemos llenar espacios vacíos con palabras que parecen inteligentes. Podemos inundar canales con "cosas".
Pero aquí está la trampa: estamos confundiendo la capacidad de producir con la habilidad de contribuir.
El valor nunca ha estado en la velocidad de producción. Nunca. Cuando la imprenta de Gutenberg revolucionó la comunicación, lo importante no fue cuántos panfletos podían imprimirse, sino qué ideas contenían.
La web está repleta de contenido generado que nadie necesita. Contenido que no resuelve problemas reales. Contenido que existe porque alguien necesitaba "publicar algo".
La inteligencia artificial no cambia la ecuación fundamental: las personas buscan perspectivas que no podrían haber generado por sí mismas. Buscan claridad, no volumen. Buscan algo que les haga detenerse, no desplazarse más rápido.
La verdadera ventaja de la IA no es hacer más cosas mediocres más rápidamente. Es eliminar el trabajo tedioso para que puedas concentrarte en lo excepcional.
Como dijo el propio Seth Godin en una masterclass a la que pude asistir el año pasado: "La IA va a reemplazar el contenido mediocre que creamos. Si hacemos copies mediocres, una IA lo hará mejor. Un blog mediocre, hay una IA que lo hará mejor". Seth no está preocupado, porque usa la IA para investigaciones rápidas, pero es él quien construye después.
¿Qué estás creando que no podría existir sin ti? ¿Qué idea vale la pena compartir aunque solo llegue a diez personas que realmente la necesitan?
La realidad de la era de la IA es directa: cuanto más fácil se vuelve crear contenido, más valiosa se vuelve la originalidad genuina. La atención no se gana con volumen sino con valentía. Valentía para decir algo que importa, para mostrar tu trabajo imperfecto, para tomar una posición cuando sería más fácil complacer a todos.
En un mundo de contenido infinito y automatizado, lo extraordinariamente valioso será siempre lo auténticamente humano.
*y sí, una IA revisó y sugirió cambios al texto.
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