¿Recuerdas cuando pensabas que tu mascota te entendía perfectamente?
Esa sensación de conexión, incluso sabiendo que su mente funcionaba de forma diferente a la tuya. La manera en que parecía comprender tus palabras, pero ocasionalmente hacía algo completamente inesperado que te recordaba que no era humana.
Así es como deberíamos pensar sobre ChatGPT y sus primos tecnológicos.
Andrej Karpathy acaba de compartir un viaje fascinante por las tres etapas que dan vida a estas "mentes artificiales": primero aprenden a hablar (pretraining), luego aprenden a conversar (supervised finetuning), y finalmente aprenden de sus errores (reinforcement learning).
Como un niño que primero absorbe el lenguaje, luego aprende las reglas sociales, y finalmente refina su comportamiento a través de la experiencia.
Lo interesante no es que estas IAs puedan conversar con nosotros. Lo verdaderamente revelador es entender su "psicología": por qué a veces alucinan, por qué necesitan "tokens" para pensar (como nosotros necesitamos tiempo para procesar), y cómo su inteligencia es "dentada" - brillante en algunas áreas, sorprendentemente limitada en otras.
La próxima vez que hables con una IA, recuerda: no estás interactuando con una versión defectuosa de la inteligencia humana, sino con una forma completamente diferente de procesamiento mental.
Quizás la verdadera revolución no está en crear máquinas que piensen como humanos, sino en aprender a colaborar con mentes que piensan diferente a nosotros.