La trampa de la automatización superficial
Más allá de la eficiencia: una reflexión sobre el propósito
Abro LinkedIn y ahí está: "Comenta PROCESO y te mando el PDF con los pasos para crear tu propio proceso automatizado". El video muestra un diagrama de flujo en Make con 50 pasos donde varias IAs conversan con bases de datos y hojas de Excel. Lo entiendo. Todos queremos automatizar, ser más eficientes, mostrar que estamos al día con la tecnología.
Pero hay algo que nos estamos perdiendo.
En nuestra prisa por automatizar, caemos en un patrón demasiado familiar: tomar lo que ya existe, cambiarle el nombre y venderlo como la última innovación. RPA (Robotic Process Automation) se convierte en IPA (Intelligent Process Automation), y seguimos haciendo básicamente lo mismo.
Lo viví de cerca. Hace dos años, en nuestros cursos de Inteligencia Artificial Generativa, entendimos el dolor de nuestros estudiantes: el equipo de cumplimiento pasaba horas validando proveedores manualmente. Así que en clase, decidimos automatizarlo: creamos un sistema que recibe un correo, extrae el NIT, consulta bases de datos y responde automáticamente. Funciona perfectamente. Es rápido. Es eficiente.
Pero la pregunta que me mantiene despierto no es "¿qué más podemos automatizar?" sino "¿qué podríamos estar creando?"
La verdadera oportunidad está en aumentar nuestras capacidades humanas, no solo en hacer las cosas más rápido. ¿Y si ese mismo sistema aprendiera de cada decisión para ver patrones que nosotros pasamos por alto? ¿Y si usáramos ese tiempo ahorrado para entender mejor los riesgos, para innovar, para pensar más allá?
Cuando automatizamos sin propósito, solo hacemos más eficiente lo que ya existe. Cuando aumentamos capacidades humanas, abrimos la puerta a lo que podría existir.
Antes de tu próxima automatización, pregúntate:
¿Qué nuevo valor podría crear con el tiempo que esto me libera?
¿Cómo podría usar esta tecnología para ver lo que antes no podía ver?
¿De qué manera esto me permite ser más, no solo hacer más?
La verdadera innovación no está en reemplazar lo humano, sino en amplificar lo que nos hace humanos: nuestra creatividad, nuestra intuición, nuestra capacidad de ver posibilidades donde otros ven procesos.
Como reflexionaba Hernán Cardona en una de las Tertulias de IA en EAFIT, quizás estamos enfocando mal la conversación. ¿Y si el verdadero valor de la automatización no está en la productividad sino en recuperar tiempo para nosotros mismos? ¿Y si todo esto se trata menos de eficiencia y más de vivir mejor?
Estamos en el umbral de algo emocionante. No se trata solo de hacer las cosas más rápido, sino de imaginar nuevas posibilidades. De crear valor de formas que antes no existían.
¿Qué podríamos construir si empezamos a pensar así?