Ayer un creador llamado Leo anunció que su SaaS, construido enteramente con IA generativa, estaba bajo ataque. Sin código escrito a mano, solo prompts e instrucciones. "No soy técnico", confesó finalmente, mientras su aplicación colapsaba.
La misma persona que meses atrás se promocionaba como CTO (Director de Tecnología) experimentado y presumía ingresos mensuales de cinco cifras.
Existe una diferencia fundamental entre usar herramientas y entenderlas. Entre aparentar competencia y poseerla realmente.
Las nuevas herramientas de IA han democratizado la creación. Un adolescente puede diseñar una app, un filosofo puede programar un sitio web, un abogado puede automatizar procesos. Esto es revolucionario.
Pero las herramientas no sustituyen el conocimiento fundamental. La IA puede escribir código, pero no entiende las vulnerabilidades que crea. Puede levantar una fachada impresionante como las de Hollywood, pero detrás no hay columnas que soporten el peso, ni cálculos de cargas, ni cimientos adecuados. Solo ladrillos apilados que parecen un edificio hasta que intentas vivir en él.
Muchas de estas automatizaciones funcionan temporalmente, como los decorados para grabar películas del viejo oeste. Impresionan a primera vista, pero nadie puede realmente entrar a la cantina. Y al final, solo quedan pueblos fantasma de fachadas vacías y letreros que dicen "aquí se grabó" — como Leo ahora cerrando su aplicación.
La tentación es grande: saltar etapas, evitar el aprendizaje profundo, presentarse como experto sin hacer el trabajo duro. El mercado recompensa la velocidad y las historias audaces. Hasta que deja de hacerlo.
Porque la realidad siempre cobra su factura. El código inseguro eventualmente falla, las afirmaciones exageradas eventualmente quedan expuestas, la falta de fundamentos eventualmente se manifiesta.
¿Qué estamos construyendo realmente? No es una cuestión de detener la innovación, sino de combinar lo nuevo con lo fundamental.
Tal vez la respuesta no es menos IA, sino más supervisión. No menos automatización, sino más comprensión. No menos experimentación, sino mejores pruebas.
El futuro pertenece a quienes entienden tanto la herramienta como el oficio. A quienes construyen fachadas impresionantes con cimientos igualmente sólidos.
La pregunta no es si debemos usar IA para crear. La pregunta es: ¿cómo podemos aprender rápido y constantemente mientras lo hacemos?