Abre tu feed de redes sociales. ¿Qué ves? Listas interminables de "9 ideas de startup que generan $1M al mes" o selfies generadas con la última versión de ChatGPT. Ideas por todos lados.
Las ideas son baratas. Extremadamente baratas.
Hoy puedes sentarte con una IA avanzada y generar 50 conceptos de negocios antes del almuerzo. Conceptos que suenan viables, innovadores y hasta revolucionarios. Pero mañana, casi nadie habrá movido un solo dedo para implementarlos.
La IA generativa ha llevado esta abundancia al extremo. Ya no solo puedes pedir "dibújame algo al estilo Ghibli". Ahora puedes decir "crea un mockup de sitio web, conceptos publicitarios y una presentación completa" en cuestión de segundos. La barrera de entrada para la ideación creativa ha desaparecido casi por completo. Lo escaso no es la capacidad de visualizar o conceptualizar, sino la determinación para construir algo real a partir de esas visualizaciones perfectas.
"Lo importante no es la idea... Es aprender a ejecutarla."
Esta frase, repetida en tantos programas de emprendimiento, esconde una verdad incómoda: todos queremos ser reconocidos por nuestras brillantes ideas, pero pocos estamos dispuestos a enfrentar el trabajo tedioso, confuso y desafiante de la ejecución.
La economía de la atención nos ha enseñado que compartir ideas genera likes. Ejecutar ideas genera valor. Y la distancia entre ambas es un abismo que pocos están dispuestos a cruzar.
Lo que no nos dicen es que ejecutar no es simplemente "hacer la idea". Es un proceso de aprendizaje. Es descubrir que tu idea original estaba equivocada en aspectos que nunca anticipaste.
"Nuestra idea original era terrible. Lo que construimos después de seis meses de fracasos es lo que realmente funcionó." He dicho esto muchas veces, y casi cualquier emprendedor exitoso podría afirmar lo mismo. Pero esta es la historia que rara vez llega a Twitter o LinkedIn.
Mientras tanto, alguien que nunca publicó su "lista de ideas brillantes" está ocupado construyendo algo. Está resolviendo problemas reales. Está tropezando, ajustando, y volviendo a intentar sin anunciarlo en LinkedIn.
La próxima vez que te encuentres hipnotizado por una lista de "oportunidades de negocio que nadie está aprovechando", pregúntate: si son tan obvias y valiosas, ¿por qué quien las comparte no está demasiado ocupado construyéndolas?
¿Estás dispuesto a amar el aprendizaje tanto como amas la chispa inicial?