Cuando inventaron la excavadora, no reemplazó a todos los trabajadores con palas. Creó operadores de excavadoras.
La diferencia es sutil pero profunda: algunos vieron una máquina que eliminaría trabajos. Otros vieron una herramienta que amplificaría capacidades.
Hoy estamos ante la misma encrucijada con la IA. Los titulares gritan sobre reemplazo, mientras los visionarios susurran sobre amplificación. La tentación de las empresas es clara: ¿por qué pagar a un programador cuando una IA puede escribir código?
Pero están haciendo la pregunta equivocada.
La verdadera pregunta no es "¿Puede la IA hacer mi trabajo?" sino "¿Cómo puede la IA hacer que mi trabajo sea exponencialmente mejor?"
Un músico con un sintetizador no deja de ser músico - se convierte en una orquesta de uno. Un arquitecto con CAD no deja de diseñar - imagina estructuras que antes eran imposibles de visualizar.
En mis cursos de Diálogos Digitales, donde enseño ingeniería de prompts, siempre comparto una historia reveladora: cuando construyeron el Canal de Panamá, la revolución no fue reemplazar trabajadores con máquinas. Fue que cada trabajador, armado con nueva tecnología, podía lograr en días lo que antes tomaba meses. No excavaron más lento con menos personas - excavaron más rápido, más profundo y más lejos de lo que nadie había soñado.
La diferencia está en la mentalidad: puedes ver la IA como la excavadora que viene a reemplazarte, o como la herramienta que te permitirá construir tu propio canal.
La pregunta no es si serás reemplazado, sino: ¿Qué canal imposible vas a construir ahora que tienes una excavadora?
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