Hoy todos hablarán de las tres novedades. Dirán que esto acaba con startups, que es el futuro, que cambia todo.
Pero nadie hablará de la apuesta real.
OpenAI no anunció herramientas para que cualquiera pueda programar sin saber. Anunció herramientas para que quien ya programa lo haga diez veces más rápido.
Apps SDK, Agent Kit, Codex con GPT-5. Cada anuncio viene con la misma premisa: no eliminar al experto, sino multiplicar su capacidad.
Es como si Tesla anunciara mejoras en sus fábricas, no en sus autos.
La narrativa popular dice que la IA viene a nivelar el campo de juego. Que ahora cualquiera puede crear sin saber programar. Que los expertos ya no importan.
Pero OpenAI apuesta por lo contrario.
Porque quien tiene una idea no es lo mismo que quien puede ejecutarla. Y ejecutar bien no es lo mismo que hacerlo a escala. Y escalar no es lo mismo que mantener, iterar, mejorar.
Los desarrolladores no son el cuello de botella que hay que eliminar. Son el músculo que hay que potenciar.
Piénsalo así: estas herramientas no están diseñadas para reemplazar al experto. Están diseñadas para que un desarrollador haga veinte apps en el tiempo que antes hacía una. Para que un equipo pequeño opere como uno grande. Para que las buenas ideas encuentren ejecución rápida.
La revolución no es que todos podamos crear. Es que quienes crean puedan crear mucho más.
Mañana leerás análisis sobre cómo estos anuncios afectan a las startups de IA. Sobre qué mercados destruye. Sobre qué oportunidades cierra.
Pero la pregunta real es otra: ¿qué harás tú con herramientas que multiplican tu capacidad por diez?
Sam lo dijo al final, casi como un murmullo: “Con IA no necesitas un equipo enorme. Necesitas una buena idea y puedes convertirla en realidad más rápido que nunca.”
No es que las herramientas eliminen al artesano. Es que lo liberan para hacer mejor arte.