El gimnasio de mi barrio está repleto la primera semana de enero. Para febrero, las máquinas vuelven a estar vacías. Es casi como si el calendario tuviera un botón mágico de "reiniciar" que nunca funciona realmente.
Estas vacaciones, mientras desarrollo dos apps nuevas, todos me preguntan si estoy descansando. La pregunta asume que el trabajo y la vida son enemigos que deben mantenerse separados. Como si Picasso guardara sus pinceles a las 6 PM o Mozart dejara de escuchar música en vacaciones.
Hay algo fascinante en cómo dividimos artificialmente nuestra existencia. Trabajo vs. vida. Productividad vs. descanso. 2024 vs. 2025. Es como si tratáramos de poner fronteras a un océano.
El cambio real no respeta nuestros calendarios. No le importan nuestros vision boards ni nuestras resoluciones de año nuevo. Ocurre en martes aleatorios, en jueves lluviosos, en domingos ordinarios cuando el código fluye o cuando una idea te despierta a las 3 AM.
Mi vecina no perdió 30 kilos porque era enero. Los perdió porque un miércoles cualquiera decidió caminar 10 minutos más que el día anterior. Y luego otros 10. Y luego otros 10.
Mientras escribo código a las 4 AM en "vacaciones", me doy cuenta: la vida no necesita ser balanceada - necesita ser vivida. Y quizás el secreto no está en reinventarnos cada año, sino en dejar de pretender que somos personas diferentes cuando creamos, descansamos o soñamos.
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