Julio 2008. Estaba liderando ColombiaMUG, lanzando las primeras apps colombianas al App Store. Éramos los pioneros del Objective-C cuando pocos sabían qué era un SDK de Apple.
La primera vez que alguien te muestra una herramienta que hace en dos horas lo que a ti te toma dos semanas, reaccionas con desdén. "No puede competir con nuestro trabajo". La calidad, la personalización, el control.
Y tienes razón. Por un tiempo.
En 2012, dirigiendo ya IG Apps, recibí ese correo de IG Digital: "Mira lo que hicimos con PhoneGap en la mitad del tiempo." Mi reacción inmediata: "No puede competir con nuestro trabajo." El ego profesional hablando. Mientras discutíamos píxeles perfectos, ellos estaban resolviendo problemas reales. Mientras pulíamos cada línea de Objective-C, ellos lanzaban, aprendían y volvían a lanzar. Cinco proyectos contra dos.
Hoy el Vibe Coding con IA genera en minutos lo que antes tomaba días. Y estamos repitiendo la misma conversación, pero amplificada.
Lo que aprendí entonces sigue siendo vital: el expertise técnico profundo no pierde valor, cambia de función. Ya no controlas todo el proceso; elevas y superas los límites de las herramientas democratizadas.
El valor real siempre estuvo en la visión estratégica. Nuestros mejores desarrolladores no eran quienes escribían código más elegante, sino quienes entendían mejor qué problemas resolver.
Contra lo que parece intuitivo: las herramientas que "democratizan" no eliminan expertos, los transforman. Te elevan donde puedes crear valor de formas antes imposibles.
La IA no reemplaza desarrolladores. Redefine lo que significa serlo.
¿Y si la verdadera maestría no fuera hacer todo desde cero, sino reconocer los ciclos? Porque esta conversación no es nueva. Antes fue PhoneGap, en los 80s fue HyperCard, y antes de eso, los primeros compiladores que "amenazaban" a quienes dominaban el lenguaje ensamblador.
La próxima vez que algo haga en minutos lo que te toma horas, pregúntate: ¿estás presenciando una amenaza o simplemente otro capítulo del mismo libro que hemos estado leyendo durante décadas?
Lo revolucionario no es la herramienta. Es darse cuenta de que nunca se trató de las herramientas.
P.D.: Las tres pantallas de la app SUFI que ves esconden una historia: nuestro equipo la rehízo completamente en una noche junto al cliente. Lo que comenzó como un proyecto de desarrollo nativo meticuloso terminó siendo una lección sobre pragmatismo. La ironía: estas interfaces que representaban nuestro "trabajo de calidad" nacieron cuando abandonamos el orgullo técnico y nos enfocamos en resolver el problema real. La misma lección que seguimos aprendiendo con cada nuevo ciclo tecnológico.
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